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Precauciones de tiempo perdido

Voy con el miedo tocando mis talones andando con cuidado pisando muy despacio apretando el corazón. Tengo el pánico tatuado en el rostro, las ganas de quererte entre los ojos, no puedo detenerme al caminar mientras te trato de alcanzar. Voy con el mañana en frente y el pasado gritando tan fuerte "no lo vas a lograr" "solo ríndete ya". Estoy tratando de quererte un poco menos, pretendiendo que no creo en el amor como si eso pudiera evitar las heridas del fracaso al amar.
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Noctámbulos

Perenes los nombres tatuados en la espalda de ángeles caídos con alas quebradas, sueños curtidos debajo de la falda, amores efímeros de memorias arraigadas. Maletas con historias que fueron olvidadas, contiene las promesas con fechas caducadas, te quieros pronunciados volviéndose navajas, arrancan las raíces de falsas esperanzas. Para una mente frágil una sombra es la locura, esperando taciturna que alguien rompa la cordura, inhibiendo conjeturas con sustancias que no curan, el sabor a tabaco y el insomnio que perduran.

El último querer

Mis domingos eran a su lado, mis noches, mis mañanas, cada minuto libre de mi tiempo lo gastaba junto a él. Y al entender que nunca me amaría ni desearía el tacto de mi cuerpo ni el contacto de mis labios, me rompí. Fue la última vez que amé, después solo hubo...

Una tarde para escribir

Extraño escribir. Sentir como me hundo en el teclado,  aunque adoro más la sensación del lápiz entre mis dedos. Es la única forma que conozco para no volverme loca. Una letra tras otra, formando palabras, construyendo oraciones: creando; expresando; sintiendo; plasmando... ¿Que me he hecho? Si las letras son mi alimento y escribir es tan necesario para vivir como la sangre. Si el dolor pesa menos, los problemas, miedos y tristezas también se evaporan al escribir. ¿Cómo desparecer el vértigo en mi estomago? vacío constante. y aunque pareciese que no conozco la respuesta, es clara. Voy a convertir la vida en poesía. Aunque solo yo me entienda, quizá del otro lado de la pantalla hay algún otro loco como yo, que me haga sentirme menos demente o con ganas de volvernos locos juntos y romper las reglas absurdas que delimita la sociedad. Un montón de palabras que nos atan y nos vuelven menos nosotros para parecer cuerdos y felices... disculpa, más bien, felices y cuerdos.

Sueños de enero

En algún lugar de mi mente, yacen los recuerdos, gritándome que al perderte, murieron todos mis credos. Toda ilusión se ha quebrado, y aunque quisiera intentarlo, mi corazón destrozado, cierra las puertas a extraños. A veces pienso en el pasado, viejo infierno que no extraño, Aunque siempre hay hubieras, que calan entre las venas. Buscando entre nieve los brotes, ilusos mis sueños de enero, pues no comprendía que las flores, marchitan en tiempos de invierno.

antes de seguir

Entre los dientes, en los ojos, en la punta de los dedos, dueles hasta al cansancio, dueles en el miedo, en la alegría y en el recuerdo. Al respirar, cuando siento el aire atorado en mi traquea, me arden los pulmones, el pensamiento, la existencia. Seguir no es la cura, ni el olvido, ni el tiempo no lo encuentro.  Eres una herida abierta, absoluta y eterna, vivo con ella, la aprecio, aprendo, la ignoro, no importa lo que haga, no cicatriza del todo. No te saboreo, sabes a fracasos y promesas sin cumplir, hueles a mentiras, después de una botella de jinebra. maldita sea la hora en que mis ojos se cruzaron con los tuyos dando paso al reencuentro. No, absolutamente no. Nunca voy a regresar, bendito orgullo de oro. Adiós, aunque me duelas. Y a diferencia de todas las veces en que dije: te deseo lo mejor, quiero que sigamos siendo amigos, hoy me complace decirte que espero te pudras en el infierno, maldito hipócrita de mierda. Mi más sentido odio.

Me vengo a decir

Querida yo: llevas pidiéndome a gritos 5 minutos. Me dices escucha, me suplicas que sienta, perciba, huela, vea y yo como la ciega sordo muda sin terminaciones nerviosas,  carente de olfato y lengua, te ignoro, lo hice hasta explotar, hasta perderme en el laberinto de mentiras que me dije a diario para no escuchar, para no enfrentar que algo dolía y es que sencillamente estaba harta de sentir dolor, decepción, desaprobación y miedo. Pero ahora que he llegado al límite y que no pienso seguir cavando porque no me queda fuerza para llegar a algún sitio, te quiero dar ese tiempo que me has rogado, y no te daré 5 minutos, te daré la vida entera. Bien, entiendo que no escucho porque tengo miedo de lo que diré, porque perdonar es difícil y olvidar mucha más sencillo pero menos efectivo. También se que las emociones fuertes, el trabajo duro y las cosas divertidas me alejan de lo que en verdad siento y que no sé lo que quiero  porque no me he dado la importancia, porque los otros van a